Al final del álbum “Los cigarros del faraón” dejamos a Tintín en el palacio de Marajá de Rawhajpurtalah disfrutando de un merecido descanso que es interrumpido por la visita de un misterioso emisario al que sólo da tiempo a pronunciar dos palabras: Shanghai y Mitsuhirato. Así se inicia la quinta aventura del reportero que transcurre, en su práctica totalidad, en la cosmopolita Shanghai de los años 30.